De cultivar la tierra y manejar tractor, Javier Vásquez pasó a ser una de las voces más importantes de la salsa.
Javier Vásquez vive prendido de Dios cuando habla siempre remata las frases con un “Si Dios quiere”, “gracias a Dios” y “con la ayuda del Señor”. Estas palabras se las aprendió a su familia, pues todos son cristianos.
Y más se pego del altísimo cuando por poco se queda sin voz por culpa de un quiste en las cuerdas vocales. “Los médicos dicen que es un milagro que yo pueda cantar, que es un don de Dios”, por eso no se ha hecho operar.
La historia de una de las figuras de la salsa colombiana se remota a la vereda Las Cañas, en Puerto Tejada, también conocida como ‘El callejón del muerto’ porque en aquella época el espíritu de un fraile asustaba en las noches.
De doña Edelmira Carabalí y de Rogelio Vásquez, sus padres, heredó su talento musical, el mismo que germinó en sus seis hermanos y en el resto de la descendencia. “Toda mi familia canta; mis hermanos, mis sobrinos y hasta mis hijos”.
Ese muchacho de 45 años que colecciona gorras y sombreros, que siempre acompaña sus pintas con tenis de colores y que saluda a todo el mundo con un “give me five”, paso parte de su niñez en Arauca donde lo segundo que aprendió a hacer, (lo primero fue cantar), fue manejar tractor y arar la tierra. Por eso después de manejar un tractor 824, conducir su actual camioneta Ford 150 es pan comido.
“Mientras sembraba maíz, soya y frijol, cogía mi guitarro o el tiple empezaba a cantar las canciones que le aprendí a mi papá –Rafael no coge lancha / porque ya lo prometió-“, canta mientras cierra los ojos quizás tratando de evocar los sonidos del monte.
DEL MONTE AL ESTRELLATO
Como en las películas que Javier veía de Bruce Lee, donde aparecen giros inesperados que cambian la vida, así mismo le cambio a él la suerte cuando los dueños del grupo “Los poderosos de Cali” lo vieron cantar en la plaza de puerto tejada y fueron a buscarlo a la finca para pedirle que cantara con ellos.
“Yo no más le decía a mi padre que en paz descanse – ¡hay hágale apá, diga que si que yo me porto bien! y fue así como llegué a Cali.
Cuando vi las luces y los edificios yo no más decía – huy tan bonito, tan chévere- Para mí era como estar en Nueva York”.
‘Paluci’ y ‘Mego’ fueron algunos de los sobrenombres que le dieron en el barrio Santo Domingo dónde como dice Javier se terminó de criar.
Con tan solo 15 años de edad ya había cantado con ‘Los Soles de Colombia’, ‘La Octava Dimensión’ y la orquesta de Juan Pachanga, donde estuvo al lado de Alfredito de la Fe, Jimmy Sabater y Héctor Lavoe.
En el club ‘Ramón Antigua’ de Bogotá uno de los más importantes de la época, fue cuando conoció a Jairo Varela quien lo reclutó para enfilarlo en la delantera de Grupo Niche. “Sin pensarlo cogí mi chuspita, mi ‘veintiúnico’ overol y me fui para Cali con Jairo. Me acuerdo que en la primera gira que hicieron no pude viajar porque no tenía cédula ni papeles, al fin campesino”.
VOZ PRODIGIOSA
Al poner el nombre de Javier Vásquez en Google, aparecen links que llevan a un viaje musical por Grupo Niche, Son de Cali y ahora como solista. ‘Mi hijo y yo’, ‘Sin sentimiento’, ‘Cano Ranchá’, ‘Debiera Olvidarla’, ‘Que nos pasó’ y ‘Salud’ son unos de los temas entonados por una de las voces más prodigiosas que ha parido el Valle Del Cauca.
Entre llamadas telefónicas, una de ellas, una emisora en Aruba, Javier Vásquez nos recibió en su casa en el barrio El Caney, aquella donde ahora funciona su centro de operaciones para lanzar su carrera como solista y en el que vive junto a sus dos hijos, su esposa y sus dos perros.
Había que preguntarle sobre los peligros de la calle, aquellos que han derrumbado a muchos artistas y entre un cigarrillo que se consumió a la par de sus recuerdos, nos confesó que la droga, el trago y la vagancia sólo lo rozaron, sin dejar marcas profundas.
Inquieto, hiperactivo y siempre contacto, pero con la humildad brillando en cada una de sus expresiones.
Javier es de risa loca y quizá no sabe que tiene la virtud de contagiar a todo el mundo con su alegría.
Tomado del periódico Q’ hubo edición Cali. Octubre 3 de 2011
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